El
día de hoy se celebra el nacimiento del escritor norteamericano H. P.
Lovecraft, el maestro de Providence a quien en parte (gran parte sin duda), le
debo el día de hoy dedicarme a la literatura.
No
recuerdo qué edad tenía cuando leí la primera de sus historias, tampoco
recuerdo qué me llevó a comprar uno de sus libros. Pero sí que recuerdo que La llamada de Cthulhu fue el primero de
sus relatos que leí, seguido por Herbert
West. Reanimador.
¿Qué
descubrí en ese autor que no había encontrado en ningún otro anterior? Bien,
francamente no lo sé. Tal vez fuera el terror cósmico que se destila por sus
letras, o su prosa sencilla pero más que suficiente para meter en escena
creaturas y situaciones que, sin develar todo, siembran en nosotros la semilla
de un horror que no se parece a ningún otro.
Pasan
los años y continúo maravillándome con la pluma de ese hombre, y sigo pensando
que la literatura (no sólo la de terror) le debe una deuda que difícilmente podríamos
pagarle.
No
digo más, no me parece que sea necesario, su obra, así como la de quienes la
siguen cultivando y enriqueciendo al día de hoy, me parece que dice mucho más
que cualquier disertación que éste servidor pueda escribir. Únicamente debo darle
la razón al maestro, y coincidir con él en que: «No está muerto lo que
eternamente puede yacer. Y con el paso de los eones, hasta la muerte puede
fallecer».
¡Feliz
cumpleaños, Howie!
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